lunes, octubre 22, 2007

Lecturas de Ebro/Orbe


La melancolía. Valencia. Reflexiones sobre Renau y Nacho Vidal. Mensajes para ir comprobando datos y pedir más información. "Ebro/Orbe" vale su precio: en realidad no es un libro, son dos.

Cuando pienso en Arcadi Espada sólo puedo recurrir a las palabras que escribiré dentro de unos minutos, cuando Hache me lo vuelva a preguntar: "Seguro que Arcadi no es el tipo más inteligente del mundo, pero no conozco al tipo más inteligente del mundo, así que en su lugar me imagino a Arcadi".

Es un maestro del instinto. Ha conseguido darle la vuelta al proverbio. Mientras todos miran la luna como tontos, él no puede evitar fijarse en el dedo, sus formas y sus intenciones. Cherchez le doigt. En un tiempo en el que todo el mundo señala en todas las direcciones ese tipo de inteligencia es muy necesaria.

Es difícil explicar en qué consiste realmente el libro. De entrada, empieza contracorriente, con lo que no es de extrañar que la melancolía lo atrape desde el primer momento. La falta de algo, en este caso de río. El proyecto encargado que no se deja descubrir, teme el viajero que no exista. Una causa perdida.

Cinco años después, el Mediterráneo. La melancolía se ha convertido en cinismo. No se sabe qué hombre está en mayor apuro, si el pasado o el presente. Digamos que el presente está más convencido, aparenta estar más convencido. Eso suele ser un síntoma de desconfianza, pero aplicarle a Espada técnicas de psicología barata me resulta un atrevimiento brutal. A él le gusta Valencia y a mí también. A mí me gusta Capote y a él no, aunque cuando hablamos de "Capote", sin duda hablamos de cosas muy distintas. Deformación profesional.

A un libro de viajes -aunque insisto en que calificar "Ebro/Orbe" de libro de viajes es una simplificación burda- se le debe pedir al menos dos cosas: la sensación de que el lector está ahí, con el viajero en los distintos lugares, y que además está solo, es decir, que en el fondo el viajero es única y exclusivamente él.